Te Veo Luego
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Era el día antes de cerrar el contrato y, cuando mi niña (Peggy) llegó de la escuela, yo suspendí la tarea de pintar y me fui al apartamento de tercer piso donde vivíamos. Puse a cocinar pollo y papas y me fui a bañar. Cuando salí del baño, Peggy me dijo, “mami, ¿puedo ir afuera a jugar un ratito?”Si, solo un ratito, le conteste. La comida ya va a estar y tu papá viene pronto. Ella bajo, su papá llego y tomo la correspondencia y yo me fui a peinar.
De pronto se oyó un grito y yo dije, “esa parece Peggy.” Miré por la ventana y su blusa blanca estaba llena de sangre. “Es ella,” grité, y corrimos por la escalera. Cuando llegue donde ella, le habían acostado y puesto una toalla blanca en el pecho. Sus ojos se cerraron. Yo empecé a clamar, “Señor, ven y salva mi hija.” Parecía que habían cerrado el cielo y mi voz no pasaba de la copa de los árboles. Mi corazón sabía que ella se iba a morir.
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About the Book
Este libro como la fe en Dios ayudó a esta mujer, no solo a soportar el golpe mas fuerte que puede dar la vida, sino a usar esa experiencia para ayudar a otros. La muerte accidental de su hija de seis años llevó a Antonia al borde de la locura. Pero, en su desesperación, se acecó mas a Dios y pudo prosperar espiritualmente.
Los cambios en su vida le causaron mucho dolor y sufrimiento. Todo seguidor de Cristo sabe que su fe será puesta a prueba una y otra vez. Se requiere una fe especial para manejar los muchos obstáculos que se presentan para que te desanimes.
About the Author
Antonia Cardona (originalmente Heredia) nació en Puerto Rico en el año 1943. Sus padres fueron Otilio Heredia y Adela González. Como muchas de las familias de ese tiempo y región, eran pobres. Adela era humilde, afectuosa y llena de paciencia y compasión. Otilio era de carácter fuerte, recto y no demostraba mucho cariño. Siempre estuviera a su alcance, no permitía que nadie estuviera hambriento o desamparado. De modo que compartimos casa y comida con cualquier persona que tuviera necesidad. Fue así que mucha gente vivió con nosotros en nuestra pequeña casa en varias ocasiones y, a veces por largo tiempo.
Estos factores influyeron en formar la juventud de Antonia. Definitivamente, podemos ver en ella la generosidad que también era visible en nuestros padres y en mucha de la gente de aquella región. Ya como adulta y valiéndose por si misma, llevaba gente necesitada a su casa. Recuerdo que una niña adolecente vivió con ella por un tiempo. Luego un joven de diez y siete años y, en otra ocasión, una señora de mediana edad también vivió con ella.
Su vida como niña era dura pero no se compara con el dolor de la tragedia que le vino años mas tarde. Pero, a través de esta tragedia, ella surgió más fuerte y su fe en Dios la impulsó a persistir. Hoy se dedica con todas sus fuerzas a ayudar a otros para que encuentren lo que ella encontró, el camino hacía la vida eterna.