Un día tras otro

Atlanta.

Norberto apagó el televisor. Decidió no decirle a las autoridades quién realmente era Eliseo Pérez, en la próxima entrevista que tendría lugar dentro de una hora. ¿Para qué? Sería enredar aún mas las cosas. Aguantaría la ironía policíaca por no haber denunciado el secuestro y terminaría lo más rápidamente posible. Doblaría la seguridad de la casa y jamás saldrían Gedy y Rosy sin escoltas. Hasta él mismo tendría que tomar medidas. ¿Sería necesario también aplicarlas a sus padres y a Concha? Lo decidiría después. Sintió un profundo respeto por Willy. Conoció de tanta magnanimidad y altruismo solamente en películas y novelas, pero nunca en la vida real. Tal vez él vivía en otro mundo, ajeno a este tipo de sentimientos. Unas palabras le vinieron a la memoria: “Algún día alguien, espero que un revolucionario, te ayudará a ti, tal como tú me estás ayudando ahora. ¿Tú sabes por qué? Porque la caridad, la generosidad, la valentía, son avenidas de dos vías. Van y vienen. Nadie las puede monopolizar y siempre se corresponden, siempre son recíprocas”. Willy decidió salvar a Rosy cuando se enteró que él era su padre, antes de saber quién era su esposa. Miró a Gedy, que sentada frente al televisor, parecía que continuara viéndolo, con dos lágrimas rodando por sus mejillas. Sintió un extraño sentimiento, mezcla de envidia y de celos, indigno de él, y se sintió mezquino. ¿Cuánto la habrá amado Willy? Tenía razón cuando le dijo que él era un hombre con mucha suerte. Con rivales como Willy se sentía muy orgulloso de que Gedy se hubiera fijado en él, y mucho más de conservarla. Se sentó a su lado y le pasó el brazo por encima de sus hombros.

-No puedo creerlo, Norberto, no puedo. Solamente hablé con él una vez...una noche que bailamos.-Ella recordó la canción Vereda Tropical.-Era tan seguro...tan arrogante. Pero también era encantador...a su manera.-

-Todo un hombre.-Norberto bajó ligeramente la cabeza.-

Gedy le miró.-Quiero decirte una cosa hoy y nunca más voy a repetirlo. Willy ocupará siempre un lugar en mi corazón, porque es imposible que sea de otra manera, y porque así lo quiero, pero el dueño de ese corazón has sido y eres tú. Willy era romántico, idealista, apasionado, capaz de jugarse la vida por lo que creía, Dios lo tenga en su gloria. Era noble y sacrificado. Las muchachitas del barrio lo admiraban...era bien parecido...Cualquiera se hubiera enamorado de él.  Como jovencita me atrajo su manera de ser, pero hasta ahí. No soy de las que se enamoran de un héroe. ¿Sabes por qué? En el fondo de mi alma sabía que Willy era un aventurero y que sería sabe Dios cuantas cosas más. Nada, ni nadie podía ser lo único en su vida, porque se repartía en muchas cosas, porque era un líder natural. Siempre anhelé algo más, algo que estuviera unido a mí de por vida, alguien del que yo fuera el centro eterno de su mirada, que me amara tanto, que le doliera no estar a mi lado. Así es  como yo amo. Y así eres tú también. Te quiero porque eres el constante cariño, el amor diario que enfrenta, sonriendo, todos los días la vida a mi lado. Eres mi alegría y mi felicidad...la seguridad de la familia. Eres lo que tanto busqué...un compañero para siempre.-

Norberto la abrazó. Concha, sentada aparte, sabía muy bien como era su hija. La deuda que ella tenía con Willy, y que ya no podría pagarla, era inmensa. Dios era testigo de lo que significaba su nietecita en el ocaso de su vida. Rezaría hasta la muerte por la salvación de aquel que solamente recordaba de joven, casi de niño, en la esquina que hacían las calles Tercera y Lagueruela. Su marido, Jesús, que en paz descanse, se parecía más a Willy que a Norberto y ella...ella era casi como su hija.